El dinero se ha convertido en el valor principal de nuestras sociedades. Como si de una droga se tratase, la gente lo ansía en forma superlativa y está dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de conseguirlo. El dinero, como centro de las preocupaciones de la sociedad actual, ha conseguido desplazar de nuestras prioridades a otros valores inherentes a la condición humana como son la solidaridad o la justicia.
La doble cara de la moneda, en un tono entre divertido y educativo, tiene el propósito principal de desmitificar el dinero y reconsiderar nuestra percepción de cual es la verdadera riqueza. Hoy en día, todas las decisiones políticas son justificadas en base a condicionantes económicos; "por responsabilidad", "porque lo dictan mercados", "para mejorar la productividad"... y son presentadas como inevitables, haciéndonos creer que obedecen a una especie de ley natural y no a decisiones políticas planificadas que bien pudieran ser otras y fundamentarse en otras prioridades.
Todas las actividades humanas están siendo abordadas desde el prisma economicista que el sistema bancario impone; la explotación del hombre, la conservación de la naturaleza, el cambio climático, la guerra, la regresión de las conquistas sociales, la sanidad , la educación,etc. Pero el dinero no es natural, es una creación humana concebida para facilitar el intercambio de bienes y servicios. Desde finales de los 90 se han desarollado algunos sistemas de comercio alternativos que pretender estar al servicio de la humanidad y no ser la herramienta de dominación y esclavización en manos de una minoría que es el sistema actual. Ejemplo de estas iniciativas pueden ser los Bancos de Tiempo o los Sistemas de Intercambio Locales. Como ejemplos concretos tendríamos el Chiemgauer, una moneda alternativa al euro acuñada por la escuela de Priem, en Alemania, del cual se habla en el documental. O ya en los años 30 el Wörgl, un intento similar basado en "la oxidación del dinero" para reactivar la economía local en esta región de Austria. Parece que funcionaba, y tal vez por eso acabó siendo prohibido.
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