lunes, 11 de marzo de 2013

Las Hermanas de la Magdalena (Irlanda).

BASADA EN HECHOS REALES. Son las historias de miles de mujeres rechazadas por sus propias familias y abandonadas a la "misericordia" de la ICR. Estas mujeres, a las que se internaba porque se consideraba que habían "perdido la gracia de Dios", eran encerradas sin que hubieran cometido ningún crimen, únicamente por ser pobres, huérfanas, víctimas de violación, por haber tenido hijos sin estar casadas o por ser consideradas en "peligro moral".

La fundaciones de estas casas en Irlanda se remontan al siglo XIX como refugio para prostitutas y mujeres que habían "perdido la gracia de Dios". Su nombre se debía a la figura bíblica de María Magdalena, ex-prostituta que se arrepintió ante Jesucristo y tuvo el honor de lavarle los pies. A comienzos del siglo XX las casas pasaron a manos de la Iglesia católica, que impuso un régimen mucho más severo. La gestión de las casas fue confiada a las hermanas de la Misericordia, que obligaban a las mujeres a lavar la ropa blanca de los hoteles locales, universidades, instituciones, entre 8 y 10 horas al día, 7 días por semana, sin recibir retribución alguna. La sociedad, que juzgaba a estas jóvenes inadecuadas o "en peligro" en la vida normal, consideraba que ésta era la mejor forma de hacerles expiar sus pecados.


A comienzos del siglo XX, Irlanda era un país devastado por la pobreza, y los servicios de asistencia social estaban sobrecargados. Las familias sufrían fuertes presiones para que recluyeran en instituciones a los hijos que hubieran manchado su buen nombre y a menudo los confiaban al cura del lugar. La Iglesia, por su parte, les animaba a que las sometieran a un encarcelamiento ilegal en las lavanderías de la Magdalena. En el interior de estas casas, la vida sin esperanzas, los severos castigos y los abusos morales y físicos estaban a la orden del día.

A las chicas, al llegar, se las despojaba de sus ropas y objetos personales, se les cortaba el cabello y les cambiaban sus nombres de bautismo por nombres de santas católicas. Se les imponía un severo régimen de trabajo, de oración y de descanso, y se las privaba de todo contacto con el mundo exterior: ni libros ni periódicos, ninguna relación con sus propias familias. Muchas de las antiguas internas han descrito su existencia de reclusas como peor que si hubieran estado realmente en prisión porque las lavanderías de la Magdalena negaban incluso los mínimos derechos que se mantienen en las cárceles. Retenidas en contra de su voluntad, algunas mujeres pasaron toda su vida encerradas tras los muros de los conventos de la Magdalena, vivieron y murieron completamente aisladas del mundo exterior. Además, las monjas nunca preparaban a las jóvenes para la vida fuera de sus muros, de forma que tras dejar las lavanderías de la Magdalena casi todas ellas tuvieron que afrontar su nueva vida con grandes problemas. El hecho de haber estado en estas instituciones era una vergüenza tan grande que casi todas ellas lo ocultaron e incluso muchas huyeron para esconderse.


A las jóvenes que daban a luz sin estar casadas se las separaba de sus hijos, que eran entregados en adopción y se las obligaba a firmar documentos que les impedían intentar buscarlos más adelante. Las monjas que gestionaban las casas estaban en connivencia con el sistema imperante, una sociedad que veía las muchachas como un peligro para los severos códigos morales de la Iglesia y de la familia. Justificaban este encarcelamiento como necesario para la seguridad de las muchachas que estaban en peligro moral fuera de los muros de las casas. Además, la conspiración de silencio y vergüenza que rodeaba a las familias de las jóvenes era una clara señal de que éstas ya no tenían una familia o una comunidad a la que regresar. El embarazo fuera del matrimonio se juzgaba una pérdida de la gracia de Cristo y a los hijos de tales pecadoras se les consideraba en peligro de perderse durante las 7 generaciones siguientes. A las hijas de madres desconocidas se las encerraba en orfanatos y cuando cumplían 17 años, se las enviaba a las casas de la Magdalena para expiar los pecados de sus madres.

En las décadas de los 50's y 60's, en estas casas, la existencia de hambre, golpes y abusos, se tradujo en un aumento de las fugas y en revueltas. En los 60's, algunas de las diez casas existentes en Irlanda fueron cerradas debido al bum del consumismo, que alentaba el uso de lavadoras y por el debilitamiento del poder de la Iglesia católica sobre la sociedad irlandesa. En 1996 fue cerrada la última casa de la Magdalena dejando entre 40 y 50 mujeres, que todavía vivían allí, incapaces de afrontar la vida afuera. Hasta la fecha, la ICR todavía no ha pedido perdón formalmente a estas mujeres ni les ha pagado ninguna indemnización. La mayoría de estas jóvenes se fueron de Irlanda para tratar de rehacer su vida en Inglaterra o incluso más lejos. Se calcula que 30,000 mujeres y muchachas vivieron hasta su muerte en las lavanderías de la Magdalena.
 
 

 
 
LA CANTANTE SINEAD O´CONNOR: ROMPE FOTO DE JUAN PABLO II
 
 
El primer ministro irlandés pide perdón por las condiciones de las mujeres en las lavanderías de la Magdalena.  

05 feb 2013
El primer ministro irlandés ha pedido públicamente perdón por las condiciones en las que vivieron miles de mujeres en las llamadas lavanderías de la Magdalena. Durante más de 70 años, esa institución de acogida de jóvenes, las mantuvo trabajando en estado de semiesclavitud.



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